Amigos y seguidores están reunidos esperando la noticia. Todos sospechan lo peor pero nadie se atreve a confesarlo. Uno de los más cercanos ha negado públicamente su relación con el Maestro. Los que antes lo acompañaban de pueblo en pueblo para escuchar sus enseñanzas y presenciar sus milagros ahora se esconden y son presa del miedo y de la confusión ¿Qué queda de todo aquello? ¿Qué pasó con la promesa del Reino? ¿Qué será del rebaño sin su Pastor? ¿Cómo descifrar el acontecimiento terrible? ¿Pudo más el poder terreno que la fe? ¿Si Dios es todopoderoso, por qué permitió que le hicieran esto a su Hijo?
Lo llevaban a la cruz y no hicimos nada, piensan con remordimiento y vergüenza.
Mataron a quien menos lo merecía, a quien sólo daba amor y hablaba de amor.
Pero ¿Podían ellos hacer algo contra el poder de Roma y del Sanedrín?
Y ahora ¿Correrán con la misma suerte que Él? ¿Tiene sentido seguir sus enseñanzas? Y , pensándolo bien…¿No tendrían razón los fariseos? ¿Era un profeta o un iluso? ¿Vencerá alguna vez el Bien sobre el Mal?
Las preguntas son demasiadas y los ánimos están maltrechos y moribundos; todos han muerto un poco con Jesús.
Y sólo se tienen unos a otros para consolarse y para esperar. ¿Esperar qué?
El drama de la fe en el momento de la máxima oscuridad. Un grupo de jóvenes estudiantes lleva a la pantalla una historia fuera de lo común que apela e interpela a todos; jóvenes y adultos, creyentes y no creyentes, porque se refiere a una realidad y a una vivencia de la que nadie escapa en algún momento de su vida, cuando se enfrenta con la fatalidad, el dolor y la muerte. ¿Hay esperanza?
miércoles, 28 de octubre de 2009
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